Las historias que siguen fueron escritas por los alumnos en una instancia evaluativa en 2º 5ª.
En esa oportunidad les solicité que preparan el relato de alguien que, en un encuentro de excompañeros, contaría la experiencia de su salto en paracaídas efectuado en algún lugar del mundo.
Nicolás M. escribió:
¿Se acuerdan cuando fuimos a ese viaje a Sevilla? ¡Un verano espectacular! El primer día fuimos a esa montaña donde decidimos tirarnos en paracaídas. Después de pensar mucho, Marta prefirió no hacerlo porque le dio miedo y se quedó esperando abajo mientras hablaba con ese irlandés simpático del que todos nos acordamos. ¡Ah!¿ Se acuerdan que, cuando nos estábamos por subir al avión, Roberto casi abandona? Si no hubiera sido por el guía…
En el cielo, con los nervios de punta, todos pensábamos en algo que nos tranquilizara, yo pensaba en el pasto verde del jardín de la casa en que nos hospedábamos.
Apenas salté, sentí la adrenalina en todo el cuerpo, el viento golpeando mi cara por la velocidad a la que descendía. …ver Sevilla desde esa altura era un espectáculo que espero volver a vivir: los campos y las casas muy chiquitas. Todo era perfecto.
¡Qué risa que nos dio a todos cuando llegamos a tierra y Marta seguía con el irlandés!
¡Qué buen salto! ¿No?
Gerardo I. del mismo curso:
Hace cinco años que subimos a aquel avión. Esa Groenlandia es tan fría… Me acuerdo que me congelaba .Después que Lautaro se tiró, yo vi la distancia que me separaba del hielo duro. Recuerdo que todo era blanco y muy frío. En la lejanía veía el mar, y unos que otros lobos marinos y tiernos pinguinos. Pensé no tirarme, pero si quería bajarme, iba a ser volando. Así que me impulsé y salí del avión. Sentía la adrenalina y un cosquilleo en los pies porque estaba en el vacío, no me apoyaba en ningún lugar. Abajo veía el enorme paracaídas de Lautaro. Entonces me acordé que tenía que abrir el mío. Accioné un gancho que estaba en la mochila y se desplegó. Sentí el tirón cuando se abrió y frenó mi caída. Eso me tranquilizó un poco pero no iba a estar bien hasta que pisara el hielo firme de Groenlandia.
Cuando aterricé, tuve que correr con estas piernas aunque casi no me respondían porque estaban endurecidas de miedo. A pesar de todo, fue muy divertido. ¡Ojalá pudiéramos hacerlo otra ve!. Sería el primero en tirarme.
y Lautaro G. escribió esto:
Cuando ya todos estábamos reunidos, Agustín comenzó su relato. ¡Fue fantástico! Según él, realizó su más anhelado sueño: descender la cima del Everest, el punto más alto del mundo, en paracaídas. Nos contó que sentía mucho temor; todos sabemos que el paracaidismo es un deporte extremo, pero aún así, lo hizo. Se lanzó desde la cima del mundo entusiasmado, alegre, feliz. Mientras descendía sentía algo inexplicable, nos dijo. Los sentimientos se le mezclaban. Entusiasmo, alegría, temor, todo a la vez.
Al llegar exitosamente a tierra firme, se sintió sin dudas, valiente. No cualquiera se hubiese animado a hacer lo que Agustín sí.
Cuando terminó su relato nos dijo algo que nos sorprendió:
_Lo volvería a hacer sin pensarlo dos veces.
domingo, 22 de agosto de 2010
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